EFESIOS

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Poco o nada podrá responder tan formal, coherente, esencial y universalmente al mensaje evangélico, si cuanto hacemos y vivimos en «el Nombre de Dios» responde en «Espíritu y en Verdad» según nos lo presenta y plantea la imagen que podéis ver. Recémoslo en silencio íntimo. Profundicémoslo conjuntamente, y sintamos el gozo de la Conciencia Trinitaria que incluye. Solo «Todos Juntos» puede corresponder fiel y con toda garantía a la construcción del Reino de Dios en la tierra.

Martes de la trigésima semana del tiempo ordinario

Carta de San Pablo a los Efesios 5,21-33.

Salmo 128(127),1-2.3.4-5.

Evangelio según San Lucas 13,18-21.

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Como cada día, las lecturas de hoy son la raíz, el cauce y la luz de «Cielo Nuevo y Tierra Nueva». Ellas nos harán soñar como soñó Juan en Apocalipsis 21. No será con la intensidad e  inmensidad que encierran las lecturas si el corazón de la Humanidad no lo siente en correspondencia con su grandiosidad divina. Hoy, contemplamos secuencias que se incluyen en la «primera encíclica cristiana»: Efesios. Y con ella, la oración de la pequeña familia constructora de la total que hemos de vivir, como nos lo refiere la parábola de mostaza y levadura que con tanta fuerza nos presenta el Evangelio.

Contemplemos a Jesús dirigiéndose al pueblo: «Sentíos bienaventurados si vivís la Palabra».                                                                «El que tenga oídos, que la escuche».

  • Sométanse y respétense los unos a los otros, por consideración a Cristo. Las mujeres y los hombres, todas y todos, amaos como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella, para santificarla. Solo Todos Juntos cumpliréis y viviréis desde el signo de Vida que encierra. Amaos todos a todos.
  • ¡Feliz el que sin temer, confía, ama al Señor
    y sigue sus caminos!
    Comerá del fruto de tu trabajo,
    será feliz y todo le irá bien!
  • La Iglesia, como esposa y vid fecunda
    en el seno de tu hogar;
    tus hijos, como retoños de olivo
    alrededor de tu mesa. 
  • Jesús dijo entonces: «¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo? Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció, se convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se cobijaron en sus ramas».
    Dijo también: «¿Con qué podré comparar el Reino de Dios? Con el poco de levadura que una mujer mezcló con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa».

                              Cada quién, cada familia, cada comunidad, la Iglesia, el mundo…                               grano de mostaza y levadura en la masa.

Tú, caminante amigo, buscador inquieto, sediento del agua viva que necesitamos todos… donde oyes, lees, escuchas, cantas… «Ha de ser nuestra parroquia un pueblo de Dios en marcha», siéntete tú, como constructor de la Nueva Humanidad». Si queremos y lo pedimos a Dios, Desde la Verdad del Espíritu, esperamos  encontrarnos Todos Juntos.

 

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