Señor, ¿que quieres de mi?

 

«Todos por todos».

La oración de hoy la hacemos en torno a este precioso canto del Grupo Familiar «Sueños de Justicia». de Toledo. Hoy les agradecemos lo mucho que nos han dado sus miembros a lo largo del tiempo y de la Vida que nos vienen regalando desde hace muchos años. Su perseverancia nos impulsa. Hoy, de una forma y actitud «Nuevas y no rutinaria», nos ponen ante el Espíritu y la Verdad que intentamos vivir, y nos hacen preguntarle a Jesús de Nazareth, ¿Qué quieres de mí, qué quieres de nosotros, qué quieres de toda la Iglesia? ¿La construimos como el Reino de Dios que ha de ser en medio del mundo? ¿Respondemos con conciencia evangélica al papel que nos pide la Palabra de Dios, los talentos que Dios nos dio en el vientre de nuestra madre, el sueño del Cielo Nuevo y la Tierra Nueva?

Querida familia. querido Juan Antonio. Seguimos caminando y rezando «todos por todos».

Viernes de la sexta semana de Pascua

Libro de los Hechos de los Apóstoles 18,9-18.
Una noche, el Señor dijo a Pablo en una visión: «No temas. Sigue predicando y no te calles.
Yo estoy contigo. Nadie pondrá la mano sobre ti para dañarte, porque en esta ciudad hay un pueblo numeroso que me está reservado».
Pablo se radicó allí un año y medio, enseñando la Palabra de Dios.
Durante el gobierno del procónsul Galión en Acaya, los judíos se confabularon contra Pablo y lo condujeron ante el tribunal,
diciendo: «Este hombre induce a la gente a que adore a Dios de una manera contraria a la Ley».
Pablo estaba por hablar, cuando Galión dijo a los judíos: «Si se tratara de algún crimen o de algún delito grave, sería razonable que los atendiera.
Pero tratándose de discusiones sobre palabras y nombres, y sobre la Ley judía, el asunto les concierne a ustedes; yo no quiero ser juez en estas cosas».
Y los hizo salir del tribunal.
Entonces todos se apoderaron de Sóstenes, el jefe de la sinagoga, y lo golpearon ante el tribunal. Pero a Galión todo esto lo tuvo sin cuidado.
Pablo permaneció todavía un cierto tiempo en Corinto. Después se despidió de sus hermanos y se embarcó hacia Siria en compañía de Priscila y de Aquila. En Cencreas, a raíz de un voto que había hecho, se hizo cortar el cabello.

Salmo 47(46),2-3.4-5.6-7.
Aplaudan, todos los pueblos,
aclamen al Señor con gritos de alegría;
porque el Señor, el Altísimo, es temible,
es el soberano de toda la tierra.

El puso a los pueblos bajo nuestro yugo,
y a las naciones bajo nuestros pies;
él eligió para nosotros una herencia,
que es el orgullo de Jacob, su predilecto.

El Señor asciende entre aclamaciones,
asciende al sonido de trompetas.
Canten, canten a nuestro Dios, canten,
canten a nuestro Rey.

Evangelio según San Juan 16,20-23a.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo.»
La mujer, cuando va a dar a luz, siente angustia porque le llegó la hora; pero cuando nace el niño, se olvida de su dolor, por la alegría que siente al ver que ha venido un hombre al mundo.
También ustedes ahora están tristes, pero yo los volveré a ver, y tendrán una alegría que nadie les podrá quitar.
Aquél día no me harán más preguntas.»

“Sabemos, en efecto, que la creación entera está gimiendo con dolores de parto hasta el presente.” (Rm 8,22)

Hoy Cielo Nuevo y Tierra Nueva siente duda, estupor e incapacidad para decir palabra alguna ante este escrito del bueno Pepe Castillo. Al leer la lectura d Romanos 8, nos hemos cuestionado, ¿no podrían ser escritos como este los que hacen gemir a la Creación? ¿Qué justifica la lucha interna que vivimos los cristianos en todas sus dimensiones y responsabilidades la causa tanta ausencia de discernimiento y tolerancia, la que impide llegar a todos los rincones de la tierra el Mensaje que creemos defender y vivir? Preguntémonos lo que nos dice el canto de «Sueños de Justicia», Señor, ¿qué quieres de mi, de nosotros? ¿Qué frutos ve el mundo de la siembra que hacemos los que seguimos a Jesús de Nazareth?¡’ .

P

para hacer pensar y cuestionarnos qué hacemos ante lo que pensamos

Müller y la «teología dogmática», frente a la «teología pastoral» del Evangelio de Jesús

José María Castillo:

«El programa que interesa: ¿la verdad o la misericordia?»

«Hay obispos que andan invocando lo que dijeron los papas anteriores al actual papa Francisco»

José María Castillo, 04 de mayo de 2016 a las 15:50

¿Cómo se explica que el cardenal Müller les exija a tantos matrimonios, divorciados y vueltos a casar, que vivan como hermanos, al tiempo que tolera que dentro del Vaticano haya tantos clérigos que no viven precisamente como hermanos?

(José María Castillo).- Usted imagínese que ahora, cuando nos preparamos para unas elecciones generales y nos apremian problemas tan preocupantes como son la paz, el terrorismo, los refugiados, la inseguridad económica…, nos viniera un candidato a gobernar diciendo: «Mi programa se va a centrar en la búsqueda de la verdad, de manera que no voy a consentir error alguno». Mientras que otro candidato al gobierno se pusiera a decirle a la gente: «Mi programa estará centrado en la lucha contra el sufrimiento, de forma que no soportaré ni trabajadores sin trabajo, ni contratos basura, ni familias sin vivienda, ni enfermos sin médico…». ¿Hay que ser un lince para ver en seguida cuál de estos dos programas tendría mejor acogida?

Yo me planteo esta pregunta elemental porque se sabe que hay obispos que andan invocando lo que dijeron los papas anteriores al actual papa Francisco, confrontando así (aunque no sea eso lo que se pretende) a este papa con sus predecesores. Con lo cual – inevitablemente – se siembra la semilla de la duda, la sospecha, la división, el descrédito….

Sin detenerme en otras consideraciones, voy derechamente a la raíz del asunto. Leyendo y estudiando atentamente los escritos del Nuevo Testamento, pronto se da uno cuenta de que, en esos escritos, se nos presentan dos formas distintas de entender la Fe:

1) En las cartas de Pablo, la Fe consiste en «aceptar como verdadera la predicación sobre Cristo» (Gal 2, 16; Fil 1, 29; Rom 4, 5…). Y esa Fe es la que nos «justifica» ante Dios (Rom 3, 30; 4, 15; 5, 1; 9, 30. 32; 10, 6; Gal 3, 7. 8. 9. 12. 24; 5, 5…).

2) En los evangelios, la Fe es la convicción y la fuerza que resuelve el problema del sufrimiento humano. Por eso, cuando Jesús les dice a los enfermos: «Tu Fe te ha salvado» (Mc 5, 34; Mt 9, 22; Lc 8, 48; cf. Mc 10, 52; Mt 8, 10. 13; 9, 30; 15, 28; Lc 7, 9; 17, 19; 18, 42), en realidad lo que les dice es: «Tu Fe te ha curado».

«Que todos sean UNO para que el mundo crea»

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